Bienvenidos al estadio más caliente del país
Hoy es difícil imaginar un club sin estadio, porque el estadio es el corazón de las instituciones, el que les da vida. Actualmente San Martín tiene uno de los mejores estadios del interior del país pero, para llegar a ello debió recorrerse un largo camino.El inicio de la vida deportiva de San Martín fue modesto en recursos económicos. Por tal motivo, su primera cancha fue sumamente precaria. Apenas tenía los palos que forman el arco y las rayas marcadas con cal. El lugar era conocido como "la plaza de los burros", porque allí pastaba habitualmente un grupo de burros. Este terreno, ubicado en el predio comprendido entre Bolívar, Rondeau, Ayacucho y Chacabuco, es ocupado actualmente por el Hospital de Niños.
Durante casi siete años, los primeros desde su fundación, San Martín utilizó este campo de juego. En 1916, cuando ya estuvo organizado como institución y comenzó a intervenir en tornes oficiales, cambió de cancha. Por gestión de sus activos dirigentes, ese año se afincó en el conocido Gimnasio Saenz Peña, ubicado en Avenida Alem y Rondeau, donde actualmente tiene su sede el Club Central Córdoba.
Allí constituyó su reducto; un verdadero fortín. Ganar allí, para los visitantes, fue prácticamente una misión imposible.
Pero, antes de terminar la década, hubo una nueva mudanza. Del viejo Gimnasio Saenz Peña pasó al Gimnasio del Sport, ubicado en Avenida Sarmiento y Laprida. Era una cancha sin cerca olímpica. Los partidos eran seguidos con atención por los aficionados que parados ordenadamente al costado del campo de juego, no se perdían detalle de cada jugada. El órden sólo se alteraba con un gol, una jugada de riesgo, o algún fallo discutible. Entonces entraban en acción los efectivos policiales o unos personajes que conformaban la familia popular del fútbol de aquella época y actuaban como eficaces colaboradores del árbitro al evitar cualquier roce entre el público y los jugadores.
Al ingresar a la década del 20, la popularidad de San Martín crecía en forma acelerada. Día a día aumentaba la legión de seguidores que no se perdían ninguna presentación del equipo. El título logrado en 1919, cuando se organizó el primer campeonato por la Federacón Tucumana de Fútbol, colaboró en gran medida al crecimiento de la popularidad.
Esta situación levó a los dirigentes a pensar en tener un estadio propio y confortable. La idea original fue adquirir la manzana que se venía utilizando, para construir alguna tribuna. Todo parecía encaminarse hacia la concreción de la operación, ya que Alejandro Dell'Aqua, entonces presidente, ofreció facilitar en préstamo al club la suma de $ 8.000.-, pedida por los propietarios del terreno pero, problemas surgidos a último momento, frustaron la compra aunque no desanimaron a los hombres que guiaban los destinos de la institución.
El 19 de mayo de 1922 se aprobó el proyecto del estadio propio y en setiembre de ese año se inició la colocación de acciones para el financiamiento de la obra. En diciembre, una asamblea general dio el visto bueno para la compra de un terreno ubicado entre Rondeau, Bolívar, La Rioja y Alberdi. Se pagaron $ 30.300.- y en abril del año siguiente se extendió la escritura correspondiente al inicio de los trabajos para dejar en condiciones el primer "Stadium" (como se lo denominaba en esos tiempos) que fue inaugurado en julio de 1925.
Todo el esfuerzo sirvió de poco. Llegaron momentos difíciles en lo deportivo y en lo económico. En su nueva cancha, el equipo no logró conquistar ningún título oficial. Esa racha adversa arrastró múltiples problemas financieros. Las deudas crecieron y fue necesario desprenderse de las tierras para paliar la situación. A fines de 1929 abandonaba esa manzana y dejaba enterrada allí todas sus ilusiones. Había que empezar de nuevo.
Los dirigentes aprendieron la lección. Pronto recuperaron el espíritu progresista que siempre acompañó a quienes estuvieron al frente de la institución. Durante la gestión presidencial del Ingeniero Mario Bron, en 1930, se adquirió el inmueble de Avenida Pellegrini y Bolívar. Dos años después se inauguró lo que es el actual estadio de San Martín, en el barrio de La Ciudadela. Estaba visto que la vida y el reinado de la institución se radicaría para siempre en el centro de las acciones de aquella gloriosa Batalla de Tucumán, en el Campo de las Carreras.
Casi al final de la década el patrimonio institucional logra incrementarse con la adquisición de unos terrenos en calle Lavalle al 1500, donde se levantó el "Solar de los Deportes", escenario de jornadas inolvidables en lo deportivo y en lo social, ya que también allí se ubicaba la sede administrativa.
En esta etapa de afianzamiento institucional y deportivo, las mejoras que se habían llevado a cabo en el estadio y en el "Solar de los Deportes" representan una erogación muy superior a los ingresos que por entonces disponían quienes tenían la responsabilidad de gobernar el club. Los dirigentes debieron aportar de su peculio personal para salvar a la institución de sus amores, pero era necesario lograr mayores ingresos para proseguir con la tarea empeñada y cumplir con las obligaciones contraídas.
La esquina de Alberdi y Las Piedras sirvió de escenario para que los dirigentes organizaran los primeros bailes de carnaval con miras a recaudar los fondos necesarios en aquella emergencia. Años más tarde los festivales continuaron con gran éxito en la amplísima pista construída en el "Solar de los Deportes" de tal forma que por muchos años pasó a ocupar los primeros puestos entre los grandes bailes del carnaval de antaño. Este clamoroso éxito, aparte de retemplar el esfuerzo de los dirigentes, permitió cancelar la casi totalidad de los compromisos que desde algunos años atrás eran motivo de preocupación.
En el año 1955 la Comisión Directiva que por entonces regía los destinos de la institución afrontó la enorme responsabilidad de proceder a la demolición de la vieja tribuna metálica que, ubicada en el sector central, lado oeste del estadio, hacía las veces de oficial o tribuna para los socios. Inaugurada en 1932 y por espacio de 23 años fue parte animada de vida dentro del propio desenvolvimiento vital del club. No sin justificada emoción y hasta con un disimulado temor, en una mañana de abril el señor Francisco San Juan, que tuviera el honor como presidente de inaugurarla, recibió el encargo especial de dar la picada inicial que marcaba el comienzo de su desmantelamiento y posterior demolición.
Unos meses más tarde ya mostraban su porte imponente las 33 columnas de elevada altura que servirían de base para lo que en la actualidad es la tribuna de plateas centrales. Nuevas tribunas oficiales sobre el sector noroeste, ampliación delas populares que dan a calle Bolívar, cabinas para el periodismo, la construcción de 800 butacas, modernos vestuarios para los equipos y árbitros, sanitarios, enfermería y otras obras sirvieron para demostrar a propios y extraños que San Martín crecía cada día un poco más y ya por esos años era motivo de orgullo para el deporte tucumano. Mucho tuvo que ver en este permanente progreso edilicio que mostraba el estadio de La Ciudadela la participación por primera vez en el Torneo Nacional de 1968.
Durante la presidencia del señor Ernesto García Soaje San Martín creció a pasos agigantados y sobre todo en lo que a obras en el estadio se refiere, llevándose se capacidad de 12.000 personas a 22.000 a fines de 1968. Este hecho permitía por su comodidad lograr una mayor concurrencia de espectadores y por ende que las recaudaciones fueran aumentando permanentemente.
En la fría y lluviosa noche del 25 de octubre de 1968 se presentaba en La Ciudadela el primer equipo de San Lorenzo de Almagro. Esa noche, antes del choque futbolístico entrelos dos "santos" se cumpliría un acto que tuvo contornos de honda emoción. Otro de los grandes sueños se hizo realidad: la iluminación del estadio. El R.P. Amado Dip procedió a bendecir las instalaciones de la nueva iluminación y la Banda del Regimiento 19 de Infantería, entre la ovación de la multitud, ponía más brillo aún a la magnífica fiesta que en esos momentos estaba viviendo el barrio. El humo y el colorido de los fuegos artificiales, las banderas que ondeaban en las tribunas y los bombos acompañando los cánticos y estribillos de la hinchada, ponían su nota emotiva.
El balón comenzó a rodar de uno a otro lado del campo de juego, de un campo que parecía estar iluminado por los rayos del sol, debido a la magnífica luminosidad de 4.160.000 lúmenes, que llegaban al verde rectángulo a través de 126 proyectores colocados en las 6 torres de iluminación. Al final del partido dividieron honores. Cero a cero fue el resultado.
Desde el instante mismo en que el Ingeniero Natalio Mirkin asumía la presidencia del club en 1973 se comprometió a continuar los ambiciosos planes tendientes a dotar al estadio de mayores comodidades. Es así que se decide encarar la ampliación de las tribunas populares sobre calles Rondeau y Avenida Pellegrini y, en agosto de 1976, se inaugura la ampliación sobre el sector sur que daban cabida a 3.500 personas, con lo que el estadio tenía ya una capacidad de 25.500 espectadores. Unos meses más tarde, mayo de 1977, se habilita la ampliación de la tribuna que da espalda a la Avenida Pellegrini para 5.000 espectadores más, lo que hizo ascender la capacidad del estadio a 30.500 aficionados.
También, bajo el mando de José Luis “Palito” Fernández y toda la comisión directiva que lo acompañaba, se llevó a cabo durante los primeros años de la década del ’90 los cuatro codos que unirían definitivamente los 4 sectores del estadio.
Luego de muchos años, la actual comisión directiva implementó mejoras y la construcción de palcos VIP, nuevas cabinas de transmisión y la modernización general de las instalaciones del estadio.
Como síntesis, lo destacado del caso es que desde los inicios del club, en estos trabajos, en donde se invirtieron sumas varias veces millonarias, no se apeló a hipotecar los bienes de la institución -autorizada por asamblea-, sino que las obligaciones fueron avaladas personalmente por los dirigentes y su esfuerzo mancomunado.
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